CURRICULUM RESUMIDO

Carmen Calvo, Valencia 1950, Estudió en la Escuela de Artes y Oficios.
Título de Publicidad 1970. Estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes de Valencia.

"Como los coleccionistas que antaño acumulaban “curiosidades” en sus almacenes, como los arqueólogos que clasificaban los ínfimos vestigios de las civilizaciones, Carmen Calvo, tres años atrás, cuando la conocí en su taller de la Casa de Velazquez, sumaba pacientemente series de signos. Se trataba de esos restos insignificantes que se pueden recoger ocasionalmente en la calle o de fragmentos de arcilla modelados por sus propios dedos. De este modo iba desarrollando, en escrituras indescifrables, secuencias de discursos enigmáticos sin principio ni fin. Daba la impresión de estar jugando. Cada vez dominaba mejor la mano. Pero en el trasfondo del ejercicio aparentemente lúdico, se adivinaba, en efecto, una referencia esencial. A Van Gogh, a su manera de pintar, de dibujar sobre todo, yuxtaponiendo pincelada o rasgo, cada uno de los cuales, aislado, podía fácilmente participar de los conjuntos de Carmen Calvo, cuyo más nítido deseo era, mientras se acostumbraba a dominar el espacio, el de evocar, como en un palimpsesto, tras las lineas de esas parodias de libros indescifrables, las estructuras de enormes extensiones de la tierra.

La artista llegó a París. Se instaló, no sin dificultad, en la Ciudad de las Artes, frente al Sena. Con una luz completamente nueva, las vibraciones bajo los arcos del Pont Marie la fascinaron tanto como la fuerza que adquiere el tronco de los grandes árboles de la Isla de Francia. No cesó, sin duda, de seguir triturando la arcilla, multiplicando huellas e incisiones, ordenando en largas series de pequeñísimos formatos como si se tratara de las páginas de un diario íntimo. Sin embargo, la obra toda cambia bajo el efecto del trasplante parisino. Por medio de una brusca explosión primero, por el gusto del gesto amplio, por la voluntad de erigir formas monumentales, de representar, esta vez deliberadamente, inmensos paisajes trágicos. Carmen Calvo se abandona hoy, para nuestro gran placer, al placer de manejar lo que Albert Skira llamaba “la gran paleta”, de confiar a la fluida, espesa, generosa emanación de la materia coloreada la tarea de traducir aquello que la conmueve.

La ironía no desaparece y menos aun Van Gogh en lo que éste tiene de expresionista. Pero el juego, la minuciosidad rigurosa, el escepticismo de las primeras épocas han dejado aparecer el vigor, afirmado hasta la violencia, de un temperamento admirable. Femenino, sin lugar a dudas: Pero de aquella femineidad robusta, inquebrantable y fecunda que los moralistas del siglo XII mostraban como ejemplo a los hombres para sacarlos de su inercia."


(Trad. A. Firpo)